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Mostrando entradas de mayo, 2023

KASUMAI, intemporal

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  KASUMAI   Me encanta saber de aquellas personas a las que siento muy cerca a pesar de que están muy lejos. Son eslabones de la misma cadena. (TheodorKallifatides, Madres e hijos )       Antes de llegar a la Baja Casamance, había visto traducido este saludo por ¿Cómo estás? Como otras veces, observar los gestos, escuchar las explicaciones de quien, con corazón, ha viajado antes al lugar amplía los conocimientos que ofrece una guía o los conocimientos rápidos de una búsqueda en la pantalla del móvil. Cuando vi que Manu tras decir Kasumai y escuchar la respuesta no se movía del sitio, empecé a comprender el alcance del saludo. No le era imprescindible entender la lengua diola, no le era imprescindible que el diola entendiese el castellano. Como viajero que ama su propio viaje se detiene. No hay prisa. Él sabe que el diola le está preguntando por su familia y por este motivo, Manu, en su lengua, le dice que anoche habló con su hijo Teo por teléfono y que le preguntó si sigue e

LA CARACOLA DE ABDULÁ. 1 de abril

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                                                             LA CARACOLA DE ABDULÁ ¿Quién puede hablar sin saberse milagro?                                                    (Rafael Cadenas)   En una playa de Gambia, el joven Abdulá me regala una caracola y me dice: cuando la mires piensa en la familia de Abdulá. Me quedo extrañada, le pregunto, ¿cuánto es? Me habla en un inglés mejor que el mío: escucha a la familia de Abdulá, en esta caracola reside toda la familia de Abdulá. Me llamo Abdulá, soy hijo de Abdulá. No olvides a mi familia.   It’ s a present for you. La caracola está barnizada. Su tacto, suave. Intento buscar algún dalasi.  Repite: aquí dentro está mi familia, no lo olvides cuando mires la caracola; mientras tanto era él quien la miraba con ojos bien abiertos.         Había colocado la caracola en una estantería junto a libros y otras conchas de la playa de Tujering. Permanecía quieta, junto a esos objetos que tras los viajes se van quedando   sin tiempo,

AEROPUERTO DE CASABLANCA

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                                             AEROPUERTO DE CASABLANCA. 9 DE ABRIL   Me llama la atención el cuello de uno de los pocos africanos que esperan un vuelo en el aeropuerto de Casablanca. La cabeza bastante rapada quiere expresar algo: corazón tatuado en la cabeza. Conserva el collar. Mira el cartel en blanco y negro de Lille. Mira el suelo en blanco y negro. Intuye que una semana antes un grupo de personas que viajaban a Gambia y a Senegal se conocían bajo este mismo cartel de una franquicia francesa,  Chez Paul.  En el aeropuerto de la república de Gambia eran aún más escasos los africanos; apenas ninguna viajera africana esperando un vuelo. Los rostros negros estaban desapareciendo en estas aerolíneas. Los trabajadores del control fueron amables con los viajeros. Hospitalarios. Era de noche y no sentí la noche  en Banjul. En el avión tres personas africanas entre los europeos. El hombre del collar no estaba, seguirá mirando la parte blanca del cartel de Lille. Seguirá