AEROPUERTO DE CASABLANCA
AEROPUERTO DE CASABLANCA. 9 DE ABRIL
Me llama la atención el cuello de uno de los pocos africanos
que esperan un vuelo en el aeropuerto de Casablanca. La cabeza bastante rapada
quiere expresar algo: corazón tatuado en la cabeza. Conserva el collar. Mira el
cartel en blanco y negro de Lille. Mira el suelo en blanco y negro. Intuye que
una semana antes un grupo de personas que viajaban a Gambia y a Senegal se
conocían bajo este mismo cartel de una franquicia francesa, Chez Paul. En
el aeropuerto de la república de Gambia eran aún más escasos los africanos;
apenas ninguna viajera africana esperando un vuelo. Los rostros negros estaban
desapareciendo en estas aerolíneas. Los trabajadores del control fueron amables
con los viajeros. Hospitalarios. Era de noche y no sentí la noche en Banjul. En el
avión tres personas africanas entre los europeos. El hombre del collar no
estaba, seguirá mirando la parte blanca del cartel de Lille. Seguirá mostrando
una cabeza con corazón.
“Si
eres tú mi hermano,
haz sonar los cascabeles
y sabré
que lo eres”
(Los hermanos pájaros, cuento de la Baja
Casamance recopilado por Ana Griott)
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