NACIENDO CON MARÍA ZAMBRANO
EL LLAMADOR DE LA CASA NATAL EN LA CALLE MENDRUGO
La huella del llamador en la madera tiene su propio color. El color de un viaje de Vélez-Málaga a Ginebra , de una reparación. Sí, la madera nos permite sentir el tiempo, nos da licencia para envejecer y nos concede el regalo de una superficie imperfecta. Tocar el tiempo, sentir la mano de Araceli Alarcón y Blas Zambrano y de los que pasaban por allí y no se sentían obligados a preguntar:¿estás disponible?. Un picaporte que falta, ¿de qué nos habla? .
.El llamador no está en la madera .
Representantes del Ayuntamiento de Vélez Málaga y Joaquín Lobato se lo llevaron a María en 1983. Fue una ofrenda, un presente, una necesaria reparación. Vélez llamó a la puerta de María en Ginebra. Ella les abrió vestida de amarillo, el color del limón, el color de la luz, de sus cuatro años. Ella los recibió con el Símbolo, con la Transcendencia, con la Luz primera :"Vélez-Málaga es para mí una ciudad mítica, yo he tenido siempre mucho honor haber nacido en la calle Mendrugo". ¡Qué nombre tan bonito! Esta visita la cuenta, conmovido, el artista, Joaquín Lobato en su antología, El acontecer y la presencia: Le traíamos el picaporte de la casa natal y un cofre de cerámica con tierra de Vélez. Al tomar el picaporte su voz se hizo totalmente infantil al decirnos: "Aquí pondría la mano mi padre". Agachó su cabeza y el silencio se llenó de una ternura indescifrable.
Joaquín Lobato agradece, en el prólogo, la publicación de esta Antología en 1998 a la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Vélez Málaga, concretamente a Mª Victoria Naranjo Hiraldo.
La calle ahora
se llama Federico Macías
No hay rencor en María.
Convirtió el exilio en su patria, en su Ser. Recuerdo que en algún lugar de su obra comenta que si no puedes cambiar el destino que lo transformes. No voy a comprobar esta cita, así es mi lectura de María, imperfecta, intimista, en sus páginas(tantas veces oscuras) leo mi propio acontecer. Me apropio y hago mía su capacidad de transformación. Y la hago mi maestra de la transformación; sin alcanzarla como pensadora, pero sintiéndola como un Llamador.
¿Sin resentimiento? con reparación.
CRECIENDO CON MARÍA: LA MIRADA, ¿UN DESPRENDIMIENTO?
Su padre la miraba en silencio, es que él sabía, lo sabía todo, como siempre. Le vio como de niña en aquellas imágenes que su memoria había guardado, puro misterio, se acordaba de cuando aún no podía saber lo que es esto de ser padre. Y era «aquél» que la llamaba y la hacía despertar de sus embebecimientos que debían de ser continuos, pues todos los instantes que recordaba eran así; ella mirando algo en el cielo, especie de signos negros-las golondrinas-, «¡Mira las golondrinas!» le dijo É l-en realidad ella no miraba golondrinas-, ni siquiera miraba, pues estaba pegada a ellas, ni cerca ni lejos, sólo que se estaban quietas, fijas como ella estaba fija y la vez del padre y su presencia la hacía moverse por dentro, dejar de estar quieta, pegada a aquella imagen, escrita en el cielo. y aquel otro momento bajo la oblicua luz de la tarde, en lo que debía de ser el patio de su casa natal de Vélez Málaga, mirando la rama combada muy por encima, con un limón que Él le cortó y le puso en la mano de donde escapó rodando … aquello no era mirada, sino estar pegada, prendida, como si fuese apenas distinta de lo mirado. y el padre la llamaba, la despegaba de aquello y hacía sentir que era distinta, la extrañeza de ser algo
Delirio y Destino
Te comprendo María , qué terrible es mirar la golondrina como una extraña y dejar de sentirse una con la golondrina, cuando te has sentido UNA con y en la golondrina . Qué terrible es separase. Me siento cada día una extraña porque me separé de las golondrinas. Quiero habitarme con presencia para que las golondrinas vuelvan. me aniden y se confundan conmigo., ¿De qué o de dónde me he desprendido yo? Nunca me fui de esta tierra, siempre dentro del cofre; sin embargo, entiendo el exilio. Entiendo el exilio porque dejé de ser una con la golondrina. La separación fue la consecuencia de una mirada.
La Tribuna de los Pobres
Desde estas calles, por esta escalinata , probablemente llegara a la niña María el cante de Juan Breva De mayor ella quería ser una caja de música. Hasta la casa de maestros donde nació, hasta la escuela donde se conocieron sus padres llegaba el flamenco.
Cerca escuchamos a Enrique Morente cantar el poema Agua ensimismada. Entramos al restaurante, El Caserío de las Monjas. El pan está tierno . A lo lejos resuena la voz del abuelo de Antonio Ortega pregonando brevas. ¿Escuchó la niña esta Voz? Los poetas que admiran a María: (Antonio Colinas, Clara Janés, José Ángel Valente, Joaquín Lobato) hablan de la belleza de la Voz de María, de lo que evoca . Ellos tuvieron la gran fortuna de escucharla. ¿Quizás la Voz de María se fue haciendo con el compás de estas escalinatas?, ¿con los palos del flamenco?, ¿con la naturalidad del pregón? Es septiembre, aún quedan algunos higos que pedimos para acabar nuestra comida . Canta ahora Soleá Morente a María Zambrano. Vuelven las golondrinas. La Voz permanece. Cura la separación.
En el Llamador se esconde el tiempo.
Nota: aconsejo para completar este delirio mío ( este atrevimiento de pedir amistad a María), completar la visita con la audio guía que publicó el ayuntamiento de Vélez Málaga. Nos ofrece un ilustrado y metódico paseo por el Vélez de la pensadora.
https://turismo.velezmalaga.es/index.php?mod=audioguias&tag=r4-maria-zambrano&id=59
Que tu voz permanezca, Lola
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