EN VÉLEZ CON LA MADRE DE LA RAZÓN POÉTICA Y CON MAMI
EN VÉLEZ CON LA MADRE DE LA RAZÓN POÉTICA Y CON MAM
19 de septiembre 2023
Tenemos hoy la fortuna de disfrutar en nuestro paseo por Vélez-Málaga de María Zambrano, madre literaria, y de la mami de Mariló, Victoria Ruiz.
Las manos, ¿sostienen
a quién? ¿la hija a la madre o la madre a la hija? Las dos parecen sostenerse
en un natural y no forzado equilibrio. No es la mano de una madre envejecida que
pide ser hija de su hija. Las manos de Victoria siguen siendo unas manos
jóvenes que ofrecen reposo a Mariló y a las amigas de Mariló. No nos da ocasión
a convertimos ahora en madres, como sucede con otras madres que ya no pueden más
y que, agotadas, buscan consuelo convirtiéndose en hija de la hija. Nos recibe
Victoria en la penumbra de una tarde calurosa de septiembre; tarde que parece
adivinar que este año el otoño será una estación oxidada, sin agua. Tiene mami
su propia Luz. Nos cuenta que a veces llega alguna de sus cuatro hijas y le
sube la persiana para que entre la luz de la calle. Ella, Victoria tiene su
propia Luz. Por eso sus manos aún sostienen, nos sostienen. Es capaz de sentir
la calle, lo de fuera, con solo un trozo de persiana porque todos los sonidos
de Vélez y de la vida y del mar, los custodia en su interior. Y porque esta Luz
es justamente (Nada con demasía sentencia Apolo en Delfos) la que
necesita para leer: esta luz, unas gafas, un sillón y la calidez de una mesa-
camilla. No más. No necesita mirar mucho hacia fuera porque transita muchas
vidas a través de los libros. Es la manera que ha encontrado para estar consigo
misma, reconciliarse con lo que acontece y para aceptar que sus manos contienen
algo de sanación como las de su padre, de profesión practicante. Las
manos de Victoria parecen llevar un ramo de violetas como las manos de la joven
madre, Araceli Alarcón, cuando iba a recoger a la niña María de la escuela en
Madrid.
Reconocemos en Victoria, la misma intuición que
María Zambrano admiraba en su madre para quien era suficiente, una imagen o un
comentario para vislumbrar algún acontecimiento. Madres visionarias que sin
explicaciones racionales aciertan a entender al otro, a pensar el entorno.
El calor de
unas manos resuena en la casa de mami. Adivinamos en ellas un ramo de violetas.
Nos cuenta su encuentro con Don Quijote en el Paseo de Andalucía en un otoño con
lluvia.
Habíamos
paseado todo el día buscando una madre literaria y ahora teníamos con nosotras una
madre dispuesta a seguir iluminando nuestro itinerario. Veníamos de ver el
ficus tallado. Ese árbol que dejó de florecer en primavera, no sabemos el por qué.
Contemplamos en la talla del escultor la gata de María, libre, mirando al ficus
centenario que está situado enfrente. Con vida. Las ramas verdes rozan el ficus
tallado. Verde. Ese color del que
gustaba vestirse a María Zambrano.
Terminamos
la visita amorosamente con la visión de un tiempo múltiple y con el tiempo del
instante. Con manos capaces de escucharse la una a la otra, con mesura. Recuerda
mami los veranos en Torre del Mar, cómo aprendió a conducir, su infancia
en una calle no lejos de la calle Mendrugo, donde tal vez su padre le pusiera
alguna inyección a la niña María, no sin antes desinfectar con fuego la aguja.
— El
verano está siendo largo, nos invita a bajar nuestra propia persiana, porque nada
en demasía dice el oráculo—.
Gracias Olga, Ana, Paquisé, Mari Ángeles
Gracias María Zambrano
"...Y se callaba fatigada, mirándose las manos, pequeñas, dibujadas a la perfección, y las levantaba como dos alas de de paloma "! Ah, si los que mandan en el mundo escucharan de vez en cuando lo que nadie se atreve a decirles! (Delirio y Destino)
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